Neuropsique

Monday, January 29, 2007

La evolución de la inteligencia

El surgir de la inteligencia humana es también el génesis de la humanidad misma. La inteligencia es la cualidad definitoria por antonomasia del hombre. Tanto es así que nos hemos autoclasificado en la taxonomía zoológica como Homo Sapiens; el hombre sabio.
A principios del pasado siglo, la idea imperante era que la capacidad intelectual propia del hombre precedió a los cambios en los rasgos simiescos. Esta concepción postulaba que primero fuimos monos muy listos, y que a esto siguieron el resto de cambios anatómicos. Este concepto fue reforzado al ser descubierto en el año 1912 en una gravera de Inglaterra, por un paleontólogo aficionado, el que ha sido conocido como el cráneo de Piltdown. Éste consistía en un cráneo de un volumen igual al del hombre actual, junto a una mandíbula gruesa y prominente.
No fue hasta 1955 que no se descubrió el fraude. El hombre de Piltdown no era más que un cráneo humano hábilmente amalgamado con una mandíbula de orangután.

Descubrimientos posteriores demostraron que el aumento de la capacidad cerebral sucedió a ciertos cambios físicos en el camino hacia el hombre moderno. En 1974 Donald Johanson, paleoantropólogo americano, descubrió el esqueleto de Australopithecus Afarensis más completo que existe hasta la fecha. Un aspecto muy llamativo, sobre todo para alguien no experto en paleoantropología, no está en su cráneo, sino en su cadera. El Austraopithecus disponía de una cadera corta y ancha que le permitía adoptar una postura erecta, a esto le acompañaba unas extremidades parecidas a las nuestras. Lucy, nombre con el cual fue bautizado el esqueleto, era una hembra pequeña, de unos 105 cm., que caminaba erguida, con una cabeza un tanto simiesca y unas piernas proporcionalmente más cortas que los brazos si la comparamos con nosotros. En cuanto a la capacidad craneal, que es un claro indicador de la inteligencia de la especie (si se tiene también en cuenta el índice de encefalización), las cifras se explican por sí mismas: El hombre actual tiene una capacidad entre 1200 y 1600 cm3, un antropoide moderno, incluso de la especie más grande -el gorila- no suele pasar los 500 cm3, mientras que en el Australopithecus la cifra rondaba los 450 cm3.

Llegados a este punto, nos encontramos con la tesitura contraria a la del Hombre de Piltdown: Nuestro primer antecesor directo era un antropoide erguido aunque de escasa inteligencia, de esto hace unos 3 millones de años. Algunos autores apuntan que lo que disparó el proceso de encefalización fue un cambio en la dieta, concretamente la introducción de la carne. Nuestros antepasados empezaron por carroñear para después dedicarse a la caza.
El Homo Habilis, sucesor del Australopithecus Afarensis, es del primer homínido fósil del que se tenga la certeza que consumia carne de animales. ¿Y qué tiene que ver el consumo de carne con el aumento del tamaño del cerebro? Quizás se pregunten algunos. Pues bien, el cerebro es un órgano muy caro de mantener. Se calcula que en el humano éste consume el 16 por ciento de la tasa metabólica basal del organismo. Leslie Aiello y Peter Wheeler propusieron en 1995 que el aumento del tamaño de un órgano con un consumo como el del cerebro debía tener asociada la reducción de otro igualmente costoso de mantener. El primer candidato a la reducción era el sistema digestivo. Y así se ha constatado; un cerebro muy grande y un aparato digestivo voluminoso no suelen darse simultáneamente en un mismo ser vivo. Y aquí es donde entra en juego la alimentación cárnica. Al proveer esta nutrición más calorías con menos cantidad, permitía alimentar con un sistema digestivo mínimo un cerebro grande.

Seguramente algunos objetaran: Si el paso a una alimentación cárnica fue la clave hacia una mayor inteligencia, ¿por qué los grandes carnívoros no son más inteligentes que nosotros? La respuesta es la evolución cultural. Desde que el hombre empieza a utilizar herramientas (Homo Habilis) entra en juego otra fuerza añadida a la selección natural biológica; una especie de selección artificial o técnica. Los individuos que mutaran a encéfalos mayores podrían utilizar su inteligencia superior en fabricar y utilizar los nuevos útiles como piedras, palos y cómo no; el fuego. Esto es algo que potenciaría una posición más relevante en el grupo así como una ventaja a la hora de extender sus genes por medio de la reproducción. La alimentación hipercalórica permitió que un mayor cerebro no fuera una desventaja. Los grupos que consiguieron un mayor control sobre el medio gracias a su floreciente inteligencia desplazaron a los clanes más toscos.
De este modo, la alimentación cárnica fue el punto de apoyo de la palanca de la evolución cultural, y ésta catapultó el volumen encefálico y con éste la inteligencia de la raza humana. Todo esto fue posible gracias a que los australopithecus habían liberado sus brazos para permitirles el uso de útiles, algo de lo que no disponen los carnívoros cuadrúpedos.

Toni Espinosa
Publicado en.
Omnia Nº 115 septiembre-octubre 2004
D.L: B-15 655 2001
ISSN 1696-677526

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